La resiliencia también decide en los Juegos de Mar y Playa

octubre 27, 2021
  • Terminar la competencia es un logro que pocos reconocen. Ese fue el impulso para las últimas deportistas del triatlón femenino en el Golfo de Morrosquillo.
Tolú, 26 de octubre de 2021. Exhaustas y reemplazando las piernas y el braceo por el corazón y la mente, las antioqueñas, Laura Ortiz y Daniela Vargas, llegaron a la meta de triatlón femenino en Tolú, última y penúltima, ondeando, con su esfuerzo, la bandera de la resiliencia con cada paso que marcaba una enseñanza de resistencia y superación.
 
La exigente y tradicional prueba combinada, que reúne la intensidad de la natación en aguas abiertas, la regularidad del ciclismo y la concentración del atletismo en tan solo 25 kilómetros, fue un nuevo reto para Vargas y Ortiz en los IV Juegos de Mar y Playa.
 
Este par de deportistas, que asegura haberse inclinado por esta disciplina desde hace poco menos de un año, finalizó la prueba con tiempos de 1h 13:04.90, en el caso de Ortiz, y 1h 14:12.10, para Vargas.
 
“Son nuestros primeros juegos de carácter nacional y el simple hecho de poder contarle a la gente que completamos la carrera, ya es un motivo de orgullo. Nos hemos formado con el ideal de que debemos llegar a la meta, así sea gateando”, señala Daniela entre risas, pocos minutos después de haber cruzado el arco azul de Tolú. 
 
La consigna de finalizar lo que se inicia y persistir a pesar de las adversidades. Cruzarse en el camino ante dificultades físicas y mentales, un reto con el que cualquier triatleta debe aprender a convivir.
 
Laura Ortiz lo simboliza y además agrega: “Durante el recorrido de una carrera, a veces sufres señales negativas como un bazo, un calambre o una fatiga, pero lo importante es darle vuelta con la mente. Lo haces trazando metas cortas como llegar al siguiente poste, a la siguiente curva o, al final, cuando no te das cuenta, a la meta”.
 
Trabajar sobre el ahora, sobre las oportunidades del presente. Es la lección que extienden las triatletas antioqueñas en el Golfo de Morrosquillo. Sus reflexiones, al igual que sus actitudes en cada brazada, pedaleada o zancada, hacen entender que, como se disfruta del desarrollo de cada transición del triatlón, así mismo se debe aprovechar la vida, con sus picos altos y bajos. Sin intentar saltar, solo jugar para llegar.
 




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