La vela, una pasión que trasciende fronteras en los Juegos de Mar y Playa

octubre 26, 2021
Coveñas, Sucre, martes 26 de octubre de 2021. De Mostaganem, Argelia, a Barranquilla, hay 7.933 kilómetros. Pero si se pasa por Lombardía, Italia, esa distancia crece y continúa aumentando si se le suma Cartagena. Es el recorrido de vida que ha hecho Zakaria Ismain Belaidouni, quien practica el windsurf, una de las modalidades de la disciplina de vela, y a quien el amor hizo que su camino diera un giro de 180 grados para dejar las aguas del Alborán y el Mediterráneo por el cálido mar Caribe.
 
En su corazón navegan tres amores: su esposa, sus dos hijos y la vela. Los dos primeros le llenan de sonrisas el alma, son su motivación; el último es el impulso, el que palpita con cada paso. Su familia es su confort y sobre ella no habla demasiado. De su deporte sí dialoga abiertamente y hace que su interlocutor sienta esa misma pasión por una disciplina que va ganando adeptos en el país.
 
La vela no solo lo ha llevado por Argelia, Italia o Colombia, sino que también lo ha hecho conocer el mundo. Se coronó campeón africano de raceboard y en dos ocasiones terminó segundo. De igual manera, se colgó la medalla de plata en el campeonato árabe de esa modalidad. Son más de 20 años de experiencia practicando este deporte, que lo ha llevado a vivir momentos mágicos y experiencias únicas.
 
Empecé con las clases de optimist, que son las que se pueden tomar desde los siete años y con el tiempo pasé a laser, después a la tabla y me quedé ahí porque me gusta más la adrenalina y velocidad”, afirma.
 
Ese amor por los deportes de aguas abiertas es innato porque el mar siempre estuvo a su lado a lo largo de su vida, susurrándole al oído con sus olas, llamándolo. Cuando esto sucede, la atracción es inexplicable. “Siempre me llamó, desde niño fui feliz nadando o jugando en el mar, eso hizo que empezara a practicar actividades subacuáticas y cuando me pasé al windsurf, este deporte me atrapó, me fascinó”, recuerda con energía.
 
Zakary le dicen sus amigos y conocidos. Es un hombre delgado, de cara triangular, con barba de tres días, siempre sonriente y con una mentalidad de superación incontenible, lo que lo ha llevado a aprender cinco idiomas: inglés, francés, árabe, italiano y español.
 
Este último lo habla sin grandes problemas; se le olvidan algunas palabras en la informalidad de una conversación, pero siempre da a entender su idea. Razón por la que en la actualidad divide el deporte con la ingeniería de sistemas en Barranquilla.
 
Se quedó en la capital del Atlántico por su cercanía al mar, porque ese amor no se cambia. Allá no solo le queda fácil practicar el deporte de sus amores, también le ha servido para que sea un poco más conocido. “Soy instructor de windsurf, kitesurf y iFoil. Con el paso del tiempo he visto cómo las personas se han ido acercando, de a poco, al deporte”, precisa con esa seguridad con la que compite.
 
Y también añade: “Colombia es perfecta para esta disciplina, tiene el clima, las playas. En comparación a Europa cuentan con muchos factores a favor para que más gente siga acercándose”. Que así sea. Y más para la promoción del deporte, uno de los grandes legados de los Juegos de Mar y Playa.
 
Con trabajo y dedicación ha recorrido el mundo, clasificó a este gran evento multideportivo y ahora su meta está puesta en los Juegos Nacionales del Eje Cafetero 2023. Pero más importante aún, en hacer que la disciplina de la vela sea más practicada en Colombia. “Con un poco más de apoyo se podría llegar a grandes cosas”, dice con ilusión y con la esperanza de fortalecer una estructura, que poco a poco se ha ido levantando.


 
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